domingo, 16 de febrero de 2014

Y llegó el día

Hoy es 16 de febrero. Amanece nublado fuera. Gris con una extraña luz... Pero eso eso es Madrid. El exterior.
La Fundación La Semilla ha abierto los ojos de una forma diferente. Muchos de ellos habrán dormido mal, otros quizá no. Algunos desayunarán repasando su texto, otros cantarán las canciones... otros, quizá, no. Algunos correrán por casa sin saber exactamente qué hacer, pensando en todo lo que sucederá esta tarde, otros puede que no.
Las horas previas a un estreno son las más raras. Una mezcla de nervios, emoción, ganas de salir corriendo en dirección contraria, llegar el primero para empezar cuando antes, ilusión porque llegue ese momento en que se abra el telón con gente llenando las butacas. Es el momento que se ha estado buscando y deseando desde que termina la votación de la obra. El momento por el que se ha trabajado en todos los grupos: decorados, sonido, vestuario, luces, maquillaje, diseño...
Realmente, una obra de teatro sin público no es nada. En todos los sentidos, lo más importante es lo que suceda en el patio de butacas: la gente que acudirá a partir de hoy al Colegio Sagrada Familia y ocupará esas localidades son los más importantes: ellos (cada uno de vosotros podéis ser uno de "ellos") han pensado qué día pueden ir a ver el espectáculo, ellos han llamado por teléfono para reservar esas butacas, ellos han organizado en plan para esta (u otra) tarde de teatro, ellos acudirán hoy (o alguna de las otras fechas) puntuales a las 4 de la tarde para recoger sus entradas, ellos entrarán al salón de actos por primera vez (o no) para ver qué se encuentran allí, ellos serán quienes seguirán la historia de los personajes que les vamos a proponer... ellos (que también puedes ser tú) reirán, llorarán, se agobiarán... con lo que le pase a los personajes; se identificarán más con unos u otros; desearán que cada uno de ellos consiga (o quizá no) lograr su sueño...
Y al terminar la obra, cada uno de ellos (que también puedes ser tú), después de dos horas de luz, color, sentimiento, vida, mucho de ficción, pero mucha parte de realidad... ellos dejarán un donativo para proyectos de desarrollo. En este caso, ayudarán a comprar el mobiliario de una escuela en India. Ellos (que convirtiéndote en espectador de teatro, puedes ser tú) llenarán de ilusión a niños que viven muy lejos de aquí.
Con el simple gesto de llenar una butaca de teatro, tú puedes ayudar al futuro de esos niños que pasen por las aulas de aquel colegio en India. Y muchos más que lo harán en los próximos años. Una tarde de teatro solidario y un simple gesto te convertirán en un héroe. Ese gesto les dará un futuro del revés.
¿Te lo vas a perder?

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